Además de hermosas lagunas y valles, la Reserva Nacional Los Flamencos también es el hogar de la Aldea Tulor, uno de los primeros asentamientos agrícolas del norte de Chile que fue descubierto en el año 1958 por el jesuita e investigador Gustavo Le Paige, después de dos mil años de sueño bajo las arenas del desierto.

Así que motivados por la curiosidad, decidimos visitar este emblemático lugar ubicado a solo 10 kilómetros al suroeste de San Pedro de Atacama, y hacer un viaje en el tiempo al año 800 a.d.C., fecha en la que esta aldea nació bajo la protección de la cordillera de la sal y sus infinitas dunas.

El recorrido empieza dentro de una réplica exacta de las chozas de barro, paja y cuero de llama, que antes dominaban el paisaje. De acuerdo a lo que nos indica la guía, miembro del Ayllú de Coyo que administra esta atracción, la aldea estaba compuesta por 30 estructuras circulares similares a la que visitamos, las que estaban conectadas entre sí para cumplir distintas funciones dentro de la comunidad. Además de la alfarería, los aldeanos también desarrollaron una rica actividad agrícola gracias a las aguas del río San Pedro que solían pasar por la zona.

Luego de la charla, somos conducidos por un sendero de madera que nos permite apreciar más de cerca los vestigios de la aldea. El contacto directo con las ruinas está absolutamente prohibido y en nuestra visita no pretendemos romper con esta regla. Desde el mirador, al final del sendero, sacamos unas hermosas fotos y tratamos de imaginar cómo habrá sido la vida de sus habitantes hace 2800 años atrás.