Pucará de Quitor
Hace 500 años, en esta fortaleza de piedra y barro en donde tú y yo nos encontramos, se libró una sangrienta batalla por el oasis de San Pedro de Atacama.
En contienda desigual, un batallón de mil atacameños enfrentó a las fuerzas del español Francisco de Aguirre, quien logró derrotarlos amparado en cañones de fuego.
Para muchos, ese momento histórico marcó el fin de la floreciente cultura atacameña desarrollada hasta entonces, la que se extinguió junto con los 25 caciques decapitados por el conquistador hispano como castigo ejemplar y cuyos rostros de piedra ahora custodian este solemne lugar, el Pucará de Quitor.
Desde su mirador, es fácil entender porqué en el siglo XIV los pueblos atacameños lo escogieron para erigir su ciudadela-fortaleza.
El río San Pedro, el Valle de la Muerte, los volcanes y el pueblo se divisan claramente en una increíble panorámica a 80 metros de altura.
Construido en la ladera sur de la quebrada, es innegable la posición estratégica de este pucará que albergaba a la población dispersa ante una posible amenaza bélica.
Por eso, muchas de las ruinas que hemos visitado en este recorrido guardan el registro de los habitantes que albergaron este asentamiento de liparita, piedra rojiza que palidece con los años y el sol.
A solo 3 kilómetros al norte de San Pedro de Atacama, la visita al Pucará de Quitor es un tesoro que vale la pena conocer.
Son apenas 20 minutos en bicicleta desde el pueblo para llegar a un monumento nacional repleto de historia y cultura atacameña, dispuesto en terrazas como las graderías de un colosal anfiteatro.