La paz del pueblito de San Pedro es sobrecogedora a las nueve y media de la mañana, hora elegida para dar un pequeño recorrido por su hermosa iglesia de patrones aborígenes y coloniales, restaurada apenas en junio de 2015.

En silencio recorremos sus muros de adobe blanco decorados con imágenes y figuras de santos. Alzamos la vista y nos quedamos atrapados en su techumbre de algarrobo y chañar, mientras nos vamos acercando al altar preparado para escuchar las oraciones y pensamientos de sus fieles. Un olor muy especial, como el de un libro viejo que desempolva sus hojas, impregna este lugar que data del año 1745 y que, según nos han dicho, se ha levantado innumerables veces, luego de ser destruido por terremotos e incendios.

Pronto se celebrará San Pedro y San Pablo, una de las fiestas religiosas más importante del pueblo, y esta iglesia se llenará de color, cantos y creyentes. ¿Qué te parece si este 28 participamos en la misa de víspera? Una vez que llegue la media noche, podremos disfrutar de los bailes del alba y más tarde, acompañar al patrono en su recorrido por las calles, luego de terminada la eucaristía realizada en su honor.

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